Tras tres años de estar prófugo, finalmente la Justicia pudo detener, en el partido de Moreno, a Mariano José Mera Alba, quien está acusado haber cometidos delitos de abuso sexual, amenazas, lesiones y privación de la libertad.

El operativo de la Policía Federal en Francisco Álvarez logró capturar, ayer, al abogado e hijo de Julio Mera Figueroa, exministro del Interior durante el menemismo. Mera Alba estaba prófugo desde 2019, cuando la Justicia pidió su captura.

El Ministerio de Seguridad de la Nación había determinado una recompensa de 1,5 millones de pesos para quien diera con el paradero.

Fuentes policiales indicaron que al momento de su detención, Alba no contaba con identificación, y debió ser reconocido mediante sus huellas dactilares.

Su último domicilio conocido era en Merlo. Mera Alba, de 53 años, fue durante un tiempo asesor (privado) en esa Municipalidad, durante la gestión de Gustavo Menéndez, hoy de licencia y al frente del Grupo BAPRO.

Mariano Mera Alba estuvo involucrado en dos causas: en la primera, la víctima fue Micaela Rodríguez, empleada municipal de Merlo, quien en 2017 acusó al abogado de violación, golpes, maltratos físicos y psicológicos.

En la segunda causa, Mera Alba fue imputado junto a otros tres acusados, por el secuestro de Jésica Natalia Rodríguez.

Mera Figueroa había evadido ya un juicio oral donde fueron condenados dos de sus cómplices a 5 años de prisión, debido a un caso de amenazas y secuestro.

Según el fiscal del juicio, Oscar Ciruzzi, el secuestro fue coordinado con la barra brava de Boca y se abrió un proceso para investigar como presuntos coautores a Rafael Di Zeo y Norberto Cibile, nombres claves en el grupo de La Doce.

Esta causa la tramita el juez Alejandro Litvack, aunque no ha tenido casi movimientos.

Para entender la historia hay que remontarse años atrás, cuando empezó el calvario de Jessica R.

“El padre de mis hijas trabajaba para Mera Figueroa cuando éste era asesor en la intendencia de Merlo. Le habían conseguido un puesto aunque a la Municipalidad iba solo el día que cobraba, después se la pasaba haciendo política. Cuando nos separamos él deja de pasarme plata y desesperada porque tenía que mantener a mis dos hijas, acepto trabajar para Mera en su casa con la promesa de un puesto municipal. Y un día pasó lo que pasó. Yo lo denuncié y me fui a vivir primero con mi abuela y después a La Boca, donde era amiga del Turco, que lideraba al grupo del barrio de La Doce. Yo siempre fui a la cancha con ellos, porque el Turco manejaba las entradas, los molinetes, nos hacía entrar gratis. Así fui conociendo a todos los de la barra. Jamás pensé que ellos podían llegar a entregarme”, había contado a Infobae.